Volamos al aeropuerto de Lyon, con Iberia. El avión es como un microbus con alas. Es tan pequeño que el pobre ni llega a los túneles de pasajeros de la T4 y nos toca ir al extremo de la terminal y casi ir andando por la pista. Tampoco le caben maletas en la cabina, así que a pie de pista nos recogen el equipaje de mano. Pero el viaje va muy bien, y llegamos a Lyon a media mañana.
El aeropuerto de Lyon- Saint Exupery es pequeño, pero tiene unos aparcamientos en superficie enormes, que recorren varias líneas gratuitas de autobús. Una de ellas nos acerca al parking donde están las principales compañías de alquiler de coches. En Francia, el combustible es caro, por lo que habíamos reservado un Polo diesel. Para nuestra sorpresa, Europcar no trabajaba en Lyon con coches tan "pequeños" y, por el mismo precio, nos han dado .... una furgoneta!!!. También diesel. Es enorme y cabe de todo...
El tiempo es malo: frío y nublado. Y se ha ido poniendo cada vez más y más oscuro....
No nos cuesta mucho llegar a nuestro primer destino, el Castillo de Pierreclos. El problema es que llueve a mares. Así que, hacemos pic-nic dentro del coche con bocatas que trajimos en el avión. La furgoneta es de lo más aparente!.
Al terminar no sólo ha dejado de llover, sino que ha salido el sol!
La visita al castillo, que ahora es además una bodega, resulta muy interesante. Además de mostrar las estancias, tienen recreaciones de cómo era la vida cotidiana en la Edad Media.
Tras la visita, nos vamos a Macôn. Macôn es bastante grande y populoso. Lo hemos elegido sobre todo por logística. Dejamos el coche en un parking gratuito al lado de la estación (lo que viene siendo, en un terral lleno de barro...).
La visita incluye dos edificios que nos han gustado mucho.
El primero son los restos de la Iglesia Vieux Saint-Vicent. Tan sólo quedan las dos torres y el nártex de la catedral original, cuyo tímpano es una obra maestra del románico. Dentro hay una exposición con una maqueta que permite reconstruir el edificio a lo largo de los siglos XI a XV.
El segundo es una antigua botica, la Apothicairerie de l'Hôtel-Dieu. La decoración es del s.XVIII y está toda panelada de madera. Tiene una interesante colección de albarelos y material de farmacia. No hay ningún turista....
Como buenos franceses, a las 7 de la tarde lo han cerrado todo y han desaparecido de las calles. Claro, que dado que llueve a mares, tampoco es de extrañar...
Vamos a cenar en la Creperie Er Bleimor. Es un garito monísimo, muy cercano al hotel. Está decorado al estilo de una creperie típica bretona y regentado por una pareja de cierta edad.
Riquísimas las galletes y la sidra!!!. Buenos recuerdos de otros viajes...
Después de una agradable charla con los dueños nos vamos al hotel. Uno, porque llueve a mares... Dos, porque hemos madrugado....
Este es el resumen de nuestro Itinerario de hoy: