Después de otro opíparo desayuno y de despedirnos de la encantadora dueña del hotel, partimos hacia Chateauneuf. Decidimos evitar la autopista, aunque nos lleve más tiempo, para seguir contemplando la abrumadora campiña.
Chateauneuf-en-Auxois es un pueblecito fortificado muy pequeño, en lo alto de una colina, con una fortaleza enorme. Se fortificó en el s.XIV, durante la Guerra de los 100 años.
El castillo-fortaleza data del s.XII, cuando se construyó el donjon. Luego se le fueron añadiendo edificios góticos, como la logia, la capilla... Tiene foso, puente levadizo... Hay una parte que se conserva casi intacta, con muebles y todo, aunque otro ala está totalmente destruida.
El castillo fue donado al estado por su último dueño y todo el conjunto, castillo más pueblo, fueron declarados bienes protegidos.
El pueblo es muy pequeño, pero muy mono. Entre los s.XIV y XVII numerosos mercaderes borgoñones construyeros hermosas casas y villa, muchas de ellas ocupadas por artesanos y anticuarios en la actualidad.
Hoy celebran una especie de mercadillo. Hay muchos puestos de artesanos de diversos tipos. Nos hemos comprado miel de un apicultor local y un quesito fresco de cabra, a una señora de una quesería. Según nos ha contado, se eleboran diariamente y hay que consumirlos el mismo día. Está riquísimo!!!!
Nuestra siguiente visita es el Chateau de Commarin, un castillo medieval que ha pertenecido durante 900 años a la misma familia, que incluso lo habita a día de hoy. Eso ha implicado diversas transformaciones para adaptarlo a los gustos de cada momento.
Está rodeado de un foso "decorativo" y un hermoso jardín.
Nuestro destino final es Semur-en-Auxois, otra villa medieval. Lo más llamativo de ella es su emplazamiento. Está en lo alto de una plataforma de granito rosa, sobre una garganta rocosa a modo de fortificación natural. Está atravesada por el Canal de Borgoña. Las vistas en todas direcciones son impresionantes.
La ciudad medieval está fuertemente amurallada y tiene seis puertas de acceso. La puerta de Souvigny es una de las más conocida, porque tiene una inscripción de bienvenida a los visitantes.
Una de sus más interesantes joyas es la Collégiale de Nôtre-Dame, del s.XII. Inicialmente fue un priorato dependiente de Flavigny, pero terminó convertido en parroquia. De estilo gótico, destaca por su colección de gárgolas y por el tímpano donde se representa la leyenda dorada. Cuenta con una colección de vidrieras medievales, un órgano y claustro.
El Donjon es también una construcción impresionante, con su Tour de l'Orle d'Or.
Muy curioso es su barco-lavadero, uno de los pocos que aún quedan en Borgoña
El resto del tiempo es para perderse por las calle, plazas, jardines, cruzar los puentes....
Después de nuestra exhaustiva visita, vamos al hotel, que está justo al otro lado del pedazo de garganta...
Es un hotel moderno y pijillo, en mitad del campo. Como con mucho glamour... y con unas vistas espectaculares sobre la villa.
Cenamos en su restaurante.... una cena superpija a la francesa...