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Abadía de Fontenay-Vezelay-Saint Père- Fuentes Saladas-Pontaubert, día 7


Para no perder la costumbre, amanece nublado...muy nublado...

El hotel es muy nuevo y hemos dormido fenomenal. Nuestra habitación, a pie de calle, daba a un prado verde... El desayuno tampoco ha estado mal. Es en el mismo sitio donde cenamos y tiene unas vistas espectaculares sobre el Donjon.

Nuestro primer destino es la Abadía de Fontenay. Como buena abadía cisterciense está en el fondo de un idílico valle, rodeada de un bosque frondoso, en medio de ricos pastos. Es probablemente la abadía cisterciense mejor conservada de toda Francia, entorno natural incluido. Conserva no sólo la iglesia, sino la mayoría de las dependencias abaciales.

Fue fundada en 1118 y llegó a su máximo esplendor en los s.XII y XIII. En los siglos siguientes fue perdiendo esplendor y atravesó momentos difíciles durante la Revolución. Finalmente fue adquirida por la familia Aynard, que destruyó los edificios industriales, restauró los medievales y la devolvió a su estado actual.

La visita es larga y permite recorrer no sólo las edificaciones, sino es inmenso jardín circundante.

La Abacial es una de las iglesias románicas más antiguas. Es uno de los pocos templos cistercienses tempranos que se conservan. Data del s.XII y ha llegado a nosotros casi intacta y sin intervenciones. Es sencilla, sobria, austera, limpia de toda decoración innecesaria que pueda distraer, y luminosa.

La fachada es muy sencilla y presenta restos de un pórtico posterior, que fue retirado en 1745.

El interior es armonioso, carece de iluminación directa. La nave central es de registro único.

Como en todo monasterio la vida se articula en torno al claustro. También del s.XII y en perfecto estado de conservación, tiene un jardín en el centro.

Al igual que la iglesia, es muy sobrio, sin grandes motivos decorativos que pudieran distraer a los monjes de la oración.

Las dependencias abaciales alrededor del claustro también están bien conservadas. El edificio de los monjes es también del s.XII y consta de dos alturas, con varias dependencias. Se puede visitar la sala capitular, la sala de los monjes, el dormitorio común.

De la sala capitular se han perdido tres tramos por el este, pero aún así es muy hermosa.. Por un lado tiene la sacristía y por el otro el locutorio.

El scrptorium es inmenso. Todo el primer piso está ocupado por el dormitorio de los monjes

Muy interesantes son la estufa y la cocina, las dos únicas salas calefactadas del complejo.

También se visita el martillo hidráulico, un curiosos artilugio desarrollado por los monjes para mejorar las técnicas de forja antes de la invención de los altos hornos.

Hemos pasado una mañana estupenda entre la visita al complejo y a los jardines circundantes, incluyendo parte del valle.

Nos dirijimos a Vezelay.

Nuestro primer objetivo es comer, antes de que se nos pase la hora, porque esta gente no tiene contemplaciones con los turistas...

A la entrada de la población hay varios restaurantes destinados a los visitantes.

Comemos en Le Relais du Morvan, un restaurante con terracita, aprovechando que no llueve.

Hemos tenido ocasión de probar otro de los platos típicos de Borgoña: los huevos en meurette. Se trata de huevos escalfados en una salsa de vino tinto de Borgoña, tocino y chalotas, acompañado de tostas frotadas en ajo o picatostes. Aunque aparentemente sencillo, es un plato complicado porque los huevos hay que escalfarlos en la propia salsa mientras se termina de hacer. Y deben de quedar en el punto adecuado, tipo poché pero no duros.

El aspecto es un poco raruno, pero están bastante ricos...

También hacemos otro intento, esta vez más exitoso, con los quesos. Nuestro asiette de fromages incluye tres quesos de la zona. El primero es un queso fresco de cabra, del estilo del que compramos en el mercadillo, aunque no tan exquisito. El segundo es un Epoisse, el queso más popular de Borgoña. Es untuoso, pastoso y de sabor muy intenso, un poco picante. El tercero es un queso de la Abadía de La-Pierre-qui-Vire, también de vaca, de la zona de Borgoña y el Franco condado. Bastante parecido al Epoisses, en cuanto a su sabor intenso, picante y pastoso, parece casi una tarta de queso. Un experiencia intensa.....

Vezelay está situado en lo alto de una colina y es, en esencia, una larga calle, flanqueada de restaurantes y tiendas gourmet y de regalos, que desemboca en la espectacular Iglesia Abacial de Santa María Magdalena. Nieves tiene cierta "aprensión", ya que como otros monumentos franceses fue restaurado por Violet-le-Duc, cuyo rigor histórico es más que cuestionable...

Vecelay está situada en una de las rutas que seguían los peregrinos camino a Santiago. En Francia hay varias opciones como puntos de partida y, en algunos casos, varias alternativas para elegir dentro de las rutas. Una de ella implica el paso por Vezelay y su iglesia.

La Abadía es impresionante. El edificio actual sustituye a otros anteriores, ya que la colina lleva ocupada por un templo desde el s.IX. El templo carolingio original fue sustituido por otro del s.XI, se convirtió en abadía y tuvo que ser reconstruido tras un grave incendio. Después de sucesivas ampliaciones quedó terminado en el s.XIII. Como muchos templos franceses sufrió grandes deterioros durante la revolución y finalmente en el S.XIX Prosper Mérimée llevó a Viollet-le-Duc para su restauración. La restauración fue tremendamente polémica, pero salvó al monumento de la ruina casi total. Fue declarado Monumento Histórico.

Destaca por su impactante portada del s.XII y nártex, añadido en el s.XII, como área de recepción de peregrinos. Lo más sorprendente son los portales de acceso. El central representa el milagro de Pentecostés (1125-1130).

La nave es notable por su colección de 100 capiteles, que incluyen motivos vegetales de factura espectacular y temas historiados.

Se conservan restos de la primitiva capilla carolingia.

Bajando la colina, a unos 2km. está la localidad de Saint Père, cuya iglesia gótica deja sin palabras. Es como una catedral en pequeñito: gótica, pero pequeñita... Es del s.XI-XII y se supone que fue el emplazamiento original del primer monasterio de Vezelay en el s.IX.

De aqui vamos a las Fontaines Salées, un yacimiento galo-romano muy curioso.

Entre sus curiosidades, las fuentes fueron localizadas a partir de una descripción que de ellas se hace en La Chanson de Geste de Gerard de Roussillon.

Se trata de unas fuentes termales de aguas saladas y ligeramente carbonatadas, que se explotan desde el Neolítico. De esta época quedan bastante intactos los pozos en los que se desecaba la sal a partir del agua del mar.

También hay restos de un templo celta y unas termas galas, posteriormente ampliadas por los romanos.

Nuestro hotel de hoy se llama Hotel Les Fleurs y está en Pontaubert. Es muy lindo. Es como una casa de campo.

Al parecer, su restaurante es bastante famoso en la zona. Según las camareras, la especialidad del chef son los pescados. Nieves toma una trucha con avellanas y yo, un mero con espárragos. Ambos exquisitos. Tambien tomamos un carpaccio de pepino con sorbete de queso de cabra. Ya no podemos ni con queso, ni con postre... asi que la señora del hotel consigue tentarnos con un exquisito té que ella misma ha aromatizado con naranja.

Nuestro itinerario de hoy:


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