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Paray-Le-Monial-Cluny-Berzé-la-Ville, día 10


El desayuno está totalmente a la altura del hotel y de la cena de anoche... Aunque competir con el de Les Fleurs y ganar... Tanto, no...

Hoy es un día 100% románico, que nos llevará al final de un camino que durante estos días nos ha acercado a un tipo de románico que en España nos es desconocido. Las dimensiones, las proporciones... Toda la filosofía que hay detrás. Hemos ido viendo templos y abadías cada vez más impresionantes... para terminar en lo que debió ser en su momento el no-va-más: Cluny.... o lo que queda de... lo poco que queda de....

Nuestra primera parada es Paray-Le-Monial, "prima cercana" de Cluny en muy razonable estado de conservación. El pueblo resulta muy entretenido. La visita, también. Es pronto y hay pocos turistas.

El templo es espectacular: alto, sobrio, ligero, pese a sus gruesos muros, luminoso y sereno.

Por detrás hay un jardín que recrea cómo eran los jardines de estas abadías, donde además del cultivo de hortalizas, se dedicaba mucho espacio al cultivo de plantas medicinales y ornamentales.

Nuestro plan incluye comer de pic-nic en Cluny, donde debe haber turistas a patadas y hemos localizado un parque enorme. El problema es que nada más aparcar cae una tromba de agua que nos impide salir de la furgo. Menos mal que esta resulta un lugar encantador para hacer pic-nic. Tenemos paté de campagne, mantequilla bretona, sidra...

Para cuando terminamos de comer, ha dejado de llover y parece que escampa... Más le vale porque la visita es bastante al aire libre...

Cluny.... es Cluny... y sobran las palabras. Lástima que a día de de hoy lo que quede sea una parte tan miserablemente pequeña. En el suelo están marcadas las plantas, la situación de los pilares y las bóvedas... E impresiona. Cuesta mucho entender cómo fueron capaces de desmontar tanto en tan poco, y cómo tardaron tanto en darse cuenta de lo que habían hecho...

De todo el complejo abacial, que llegó a albergar cuatro templos de distintas épocas, a día de hoy todo lo que queda en pie es la Torre del Reloj. Se trata de uno de los brazos del transepto de Cluny III, el mayor templo construido en la cristiandad hasta el momento.

La visita incluye un museo que recoge todas las piezas que han dio apareciendo en los alrededores. Curiosamente, a los franceses que desmonataron Cluny sólo les interesaron los sillares despiezados. El resto, capiteles, esculturas... los dejaron tirados a su suerte. Por fortuna, algunos vecinos recogieron y guardaron muchos de ellos, o simplemente los encontraron años más tarde en sus huertos y jardines.

Han desarrollado numerosas recreaciones 3D y sistemas de espejos, cuyo reflejo trata de dar una idea aproximada de la magnificencia de Cluny III. Debió ser de lo más impresionante...

Nuestra última parada, un poco apresurada por los horarios, es Berzé-la-Ville, una iglesia próxima a Cluny que San Hugo se hizo construir para retirarse a descansar. Las pinturas de su cabecera, similares a las que debió tener Cluny III, permiten hacernos una idea de lo que debió haber en Cluny.

A última hora llegamos a Lyon. Es una ciudad enorme, fea y grande. Tenemos que devolver el coche en la estación de tren. El hotel, un edificio moderno sin gracia alguna, está junto a la estación. El recepcionista es un chico barcelonés muy majete que nos ha ayudado con las direcciones de la estación, que son un poco caóticas.


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