Dada la ubicación de nuestro alojamiento, cuando llegamos accedimos a Carcassonne por la Rue Trivalle, lo que nos proporcionó un primer contacto visual un pelín rarete: las torres principales del recinto fortificado lucían dos especie de enormes brochazos de pintura amarilla sin ningún sentido!
La dueña del alojamiento, Simone, procedió a explicarnos que, con motivo de la celebración del aniversario del nombramiento como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la ciudad había encargado al artista Felice Varini una intervención conmemorativa.
Nos aconsejó acceder a la ciudad por unas empinadas rampas que conducen a la Puerta de Aude y allí, observar a los turistas. Y todo quedaría aclarado...
Al llegar, efectivamente nos encontramos un grupo de turistas adoptando extrañas posturas, tratando de “captar” algo especial.
Durante la subida comprobamos que manchas amarillas había muchas, de distintas formas y en distintos lugares, sin aparente lógica.
Pero cuando te colocabas en el lugar adecuado, y sólo en ese lugar, las manchas se ordenaban en perfectos círculos concéntricos hipnóticamente dispuestos:
Al parecer, la obra ha suscitado todo tipo de opiniones entre la gente.
A nosotros nos gustó mucho. En el fondo, era alegre y divertida. Era curiosísimo pasear por la ciudad viendo los trazos aislados, de formas que no tenían sentido aparente. Y luego ver cómo todas encajaban perfectamente.
La intervención, por supuesto, está realizada de un material suficientemente resistente, pero a la vez, fácil de retirar en su momento sin dañar los monumentos.