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Carcassone, día 2


Afortunadamente para nosotros, Carcassonne ha resultado ser un objetivo turístico de menos interés de lo esperado. Turistas hay, pero no en un número tal que resulten molestos.

El desayuno lo sirve la propia Simone en su salón comedor, que sigue teniendo la misma profusa y curiosa decoración que el resto de la casa. Es abundante y variado, con café, té, bollería y pan, zumos.... Hay otra familia de españoles con varias adolescentes.

Ante la posible avalancha de turistas, y en previsión del calor que pueda hacer (hoy amanece totalmente soleado, como si no hubiera llovido en semanas...), subimos pronto.

Este vez lo hacemos por la calle del hotel, que lleva a los aparcamientos y permite el acceso por la Porte Narbonnaise, del s.XIII. Atravesar las defensas exteriores y entrar en la ciudadela es como hacerlo en la Edad Media.

Es pronto y las tiendas y restaurantes están empezando a organizarse.

Como el castillo no abre hasta las 10, empezamos visitando la Basílica de Saint Nazaire.

Se trata de una iglesia de cabecera gótica, con inmensos ventanales con hermosas vidrieras (las más valiosas de Midi), que la hacen muy luminosa. Las naves son románicas, pero muy altas y poderosas. Forman un conjunto muy homogéneo y tranquilo.

Para cuando salimos, el castillo ya ha abierto. Al Castillo Ducal se accede desde la Rue Violet-le-Duc. La visita puede ser libre, con o sin audioguía, o en grupo. A nosotros nos va más a nuestro aire...

Nos dirigimos en primer lugar a la sala de proyecciones. El audiovisual Sur les traces de la cité se centra en el redescubrimiento de la ciudad por Violet-le-Duc, su reinterpretación personal y los trabajos de recuperación acometidos en su época. Finalmente, hace referencia a la utilización de las modernas tecnologías 3D para la interpretación actual, de cara a entender cómo se sucedieron las diferentes etapas constructivas y cómo se fueron sustituyendo unas edificaciones por otras.

El grueso de las edificaciones son medievales, de la época de los Trencavel en el s.XII y de la posterior anexión a la corona. No obstante, el emplazamiento ya estaba habitado en época galo-romana, de cuya muralla quedan varios tramos visitables.

Los edificios principales se organizan en torno a dos patios: el Patio de Midi y el Patio de Honor. Se pueden visitar varias estancias de la torre del Homenaje

y, sobre todo, se puede deambular por los muros fortificados.

Por un acceso lateral se sube hasta los tramos muy bien conservados de la muralla galo-romana, que se recorren hasta terminar saliendo a la altura de la Porte Narbonaisse.

Hay que volver a acceder por la puerta principal al castillo (la entrada vale todo el día), para recorrer el último tramo de la muralla, que pasa por encima de la Puerta del Aude. Tiene también varias torres y termina en el Teatro Jean Deschamps y el la torre-puerta de Saint-Nazaire, detrás de la basílica.

Cuando terminamos, dedicamos un rato a callejear, viendo las tiendas y los restaurantes. La mayor parte de la superficie de Carcassonne lo ocupan el castillo y las murallas; el resto del recinto es pequeño y se recorre rápidamente.

Buscamos donde comer. La oferta es abundante, aunque no demasiado variada. Aqui todo el mundo se empeña en que comas la Casoulette du canard. Se trata de un plato caliente de alubias blancas guisadas, al que le añaden muslos o cuartos traseros de pato confitado. Vamos, lo que más apetece en un día de verano...

Por fin encontramos un lugar que nos gusta. Dispone de un patio interior fresquito, y sus dueños son rápidos y simpáticos. Se llama Les Bourriols de la cité, y comemos un plato con salchicha de Toulousse y una gallette. Lo de la salchicha es también muy popular en la zona. Es entre una salchicha fresca y una butifarra pequeña, y la preparan a la brasa, con patatas y ensalada. La gallette está rellena de patatas y crema fresca, servida con ensalada, patatas y embutido. Y una botellita de sidra....

Después de otro paseito por las callejas, visitamos el Mercat du Pays colocado en el espacio de lizas, paseable entre los dos recintos amurallados. Se trata de un mercadillo de productores locales, donde hay vino, miel, queso, ....

Tras dejar nuestras compras en el alojamiento nos dirigimos al embarcadero del Canal du Midi, junto a la estación del tren. Según el plano debería tener un paseo a cada lado, pero para nuestra decepción, lo único que hay es el embarcadero y una esclusa.

Recorremos las calles de la moderna Bastida de San Luis. Cuando el recinto amurallado se les quedó pequeño y empezaron a prosperar los artesanos, los habitantes se fueron trasladando progresivamente al otro lado del río y construyeron una bastida de trazado lineal: calles paralelas y perpendiculares entre si. Tiene varios palacetes y un par de iglesias.

Para amenizar el verano, el ayuntamiento ha decorado las calles de una forma realmente curiosa: con paraguas!!!

Nos hemos tomado un refresco en una de las muchas terrazas de la plaza, volviendo por el Pont Neuf para tener una vista del Pont Vieux y la ciudad, antes de volver al alojamiento para ducharnos.

Cenamos en La Cotte des Mailles, dentro del recinto amurallado, donde los horarios son más amplios de lo que suele ser habitual aqui en Francia.

Ya anochecido, recorremos de nuevo las calles intrincadas, los ramparts y bajamos por la puerta, con sus hipnóticos anillos amarillos.

Últimas vistas del conjunto desde el Pont Vieux.


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