Hoy es nuestro día de regreso.
Hemos dejado espacio por si algún plan no salía como habíamos previsto, para tener una segunda oportunidad. Y tenemos varios posibles planes alternativos.
Pero al final, hemos improvisado uno sobre la marcha, a la vista de informaciones recogidas en la oficina de turismo de Nîmes.
Hemos decidido acercarnos a las Salines du Midi, donde se produce la famosa sal de Camargue, que nosotras consumimos en Madrid desde hace mucho tiempo.
Las Salines du Midi se disponen alrededor de la localidad costera de Aigues Mortes y son explotadas desde la época de los romanos. En la Edad Media, fue propiedad de la Iglesia y del Rey de Francia, que usaba además la localidad como puerto comercial. Desde el siglo XIX los salineros formaron junto a un comerciante de Montpellier la Compagnie des Salins du Midi, que las explota conjuntamente.
La región, conocida como La Camargue, es un humedal con una tremenda biodiversidad, incluyendo numerosas especies animales y vegetales. Es zona de reproducción de aves, ya que en ellas encuentran refugio y alimento. Destacan por su particular porte los flamencos, aunque se han llegado a censar más de 200 especies.
Los flamencos se alimentan de una gamba pequeñita, llamada Artemia Salina, que crece en el humedal alimentandose de un alga microscópica llamada Dunaliella Salina. Cuando crece el alga, el agua se vuelve azul. A medida que el agua se va evaporando y aumenta la concentración salina, empieza a crecer la Artemia, que se come al alga. Y el agua pasa de azul a rosa. Los flamencos a su vez se alimentan de la Artemia cerrando el ciclo.
El acceso a las salinas está a las afueras de la población de Aigues-Mortes. Desde alli, las salinas se recorren en un trenecito que hace una larga visita guiada, recorriendo las propias salinas y el humedal.
El conductor explica cómo se inundan las salinas, cómo se va evaporando el agua y empieza a cristalizar la sal, y cómo se cosechan los cristales.
Se visitan las montañas de sal, y un pequeño museo.
Luego se recorre la parte del humedal, para ver las aves.
La villa medieval de Aigues-Mortes es un recinto fortificado con vistas a la salina y numerosas torres y puertas de acceso. La muralla y la torre principal son visitables. El recinto amurallado es pequeño, pero muy animado de tiendas y restaurantes.
Hemos comido una quiche casera muy rica.
Nos esperan un par de horas de viaje en coche hasta Toulouse, y luego el avión que nos llevará de vuelta a Madrid.
Y así termina nuestro viaje de este verano... Muy buenas experiencias y recuerdos...
En fin...