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Galicia día 4: Ourense, Pozas de Melón y Abadía de Melón


Visitar Ourense no estaba en nuestros planes originales, y lo hemos incorporado a última hora. No va a ser una visita demasiado exhaustiva, porque queremos sobre todo disfrutar de las famosas Pozas de Melón, que todo el mundo se ha encargado de recomendarnos.

Ourense, ocupada desde el neolítico por diversos pueblos, sufrió un desarrollo importante tanto en época romana como medieval, debido a su estratégica posición en el cruce de varios rutas. Fue invadida por suevos, árabes y normandos, y acabó convertida en una próspera villa medieval gracias al comercio del vino.

Pero sin duda uno de sus principales atractivos es el de las aguas termales que, de manera espontánea surgen de la tierra dando lugar a fuentes, termas...

Nuestra primera parada es para visitar el Claustro de San Francisco, que está en lo alto de una empinada colina... La visita es gratuita y hay una persona en la entrada que ofrece información.

De la estructura gótica del convento sólo queda intacto el claustro, ya que la iglesia está en ruinas y su portada fue curiosamente trasladada a una iglesia del centro.

Es un claustro franciscano, transición del románico al gótico (s.XIV). Es de planta rectangular, con columnas pareadas. El trabajo de los capiteles es muy bueno, destacando los motivos vegetales que representan plantas de la zona.

Hay también algunos capiteles historiados, con animales fantásticos y escenas de caza y guerra.

La entrada a la sala capitular es del s.XVI.

La amable señora de la entrada nos deja echar un vistazo a lo que queda de la iglesia, que está totalmente en ruinas.

Enfrente del claustro y aprovechando el tremendo desnivel, está el Mirador de San Francisco, con bonitas vistas sobre la parte antigua de la ciudad y el cimborrio de la catedral.

Desde el mirador se puede bajar directamente al casco antiguo.

La visita a la Catedral de Ourense está muy bien organizada, e incluye una audioguía en la entrada.

La Catedral Basílica de San Martiño es un templo de cruz latina con influencias compostelanas y del arte cisterciense, de estilo románico tardío, ya con notas del gótico. De su exterior lo más destacable es su imponente aspecto de fortaleza y su impresionante cimborrio del s.XVI.

Pero sin duda lo más conocido de ella es el Portico del Paraiso, del s.XIII. Aunque mucho más sencillo que el de la catedral compostelana, tiene un carácter muy similar. Al estar protegido por un pórtico la policromía se ha conservado bastante bien y ha sido objeto de una reciente restauración.

Muy interesante es el retablo del altar mayor, del s.XVI y la bóveda estrellada del cimborrio.

Curiosa es la ubicación del museo, que ocupa el arranque de un claustro planificado en el s.XIII que nunca llegó a construirse más allá de este arranque.

Hemos paseado por las calles principales del centro y por sus placitas. No es muy grande, pero si muy animado.

Nuestra última parada nos acerca a la Ourense más antigua. La zona de As Burgas incluye varias fuentes por las que emanan aguas termales a 60ºC procedentes de acuíferos subterráneos profundos. Sus propiedades son conocidas desde los tiempos de los romanos, que ya se encargaron de disfrutar de ellas a través de numerosos establecimientos termales. Hay un Centro de Interpretación, desde el que se accede a la zona de las fuentes.

La zona se divide en tres tramos: la fuente monumental o «Burga de Abaixo» (s. XIX),

la explanada central, donde se encuentra la piscina termal, y la «Burga de Arriba» (s. XVII).

En la zona superior junto al centro de interpretación hay unas excavaciones arqueológicas, destacando una piscina-santuario del siglo I d.C. Cuesta resistirse a intentar meter la mano y comprobar la temperatura!!!

El calor empieza a ser notable... Después de tomarnos un agua fría en una agradable placita a la sombra, ponemos rumbo a las Pozas de Melón.

La ruta se inicia en el parking al que se accede desde la carretera y donde se aparca sin dificultad. Justo a continuación hay un área recreativa, con un sencillo restaurante que sólo ofrece menú del día. El menú es completo, abundante y variado... y barato. El personal es muy simpático.

Después de comer iniciamos la ruta.

El río Cerves nace en la Sierra de Faro de Avión y hasta su desembocadura en el Miño, salva un desnivel de unos 1000 metros a lo largo de sus escasos 16 kms de recorrido. En su vertiginoso descenso hasta Melón, forma magníficos rápidos, cascadas y pozas. Es a una altitud de unos 500 metros donde se concentra la mayor parte de estas hermosas pozas, que en verano se convierten en autenticas piscinas naturales de aguas cristalinas aptas para el baño.

La primer poza que nos encontramos es la Poza da Estrela, justo detrás del área recreativa. Es la más frecuentada porque no hay que andar nada de nada... La zona es frondosa, los árboles no dejan pasar al sol, y el agua hace que sea fresquita

Continuamos el camino ascendiendo por un escalinata empedrada unos 200 metros y pasamos por debajo y entre los grandes pilares del viaducto de la autovía de las Rías Baixas, hasta llegar a uno de los rincones más bonitos del lugar: la Poza de Arriba. Una pared rocosa de unos 14 metros de altura donde el río forma una bonita cascada.

El camino es muy verde, entre vegetación densa, sin que llegue a entrar el sol.

La siguiente es la Poza das Mestas, un poco más peligrosa de acercarse pero también muy bonita. Ideal si quieres tomar el sol sobre sus enormes piedras.

Dadas las horas y los calores, decidimos volver sobre nuestros pasos y aposentarnos en la Poza de Arriba, aprovechando el lugar que deja un grupo al marcharse. Estamos prácticamente a solas durante un buen rato, antes de que lleguen los bañistas de la tarde... No hay ruido, hace fresco y el agua está fría, fría...

Nuestra única visita de la tarde, después del refrescante paso por las pozas es la Abadía de Melón.

Aunque sus orígenes son algo confusos, no cabe duda de que debió de ser muy rica, tanto en propiedades como en benefactores. Del cenobio original queda poco dado que fue en gran parte sustituido en épocas posteriores y finalmente abandonado. Hoy día está en estado ruinoso, y no se puede entrar.

Lo más destacado es lo que queda de la iglesia, aunque después del derrumbe sufrido en el s.XIX no hubo medios para reconstruirla y tiene un aspecto raro. Para facilitar la visita, la puerta del templo está cerrada sólo con una reja.

Se conserva de la primitiva construcción, la cabecera, el crucero, y el primer tramo de la nave central.

La cabecera consta de una capilla mayor semicircular que cierra un tramo recto donde se sitúa el presbiterio, rodeada de una girola en la que se abren tres capillas radiales, a su vez compuestas por tramo recto y cierre semicircular. Entre las capillas, tramos cerrados componen una estructura de siete elementos. La capilla central de la girola fue modificada en el siglo XVIII convirtiéndola en cuadrada. A ambos lados del deambulatorio se abren dos capillas, igualmente de tramo recto y cierre semicircular, muy frecuentes en las iglesias cistercienses peninsulares características de la arquitectura borgoñona.

El crucero es amplio y pronunciado y adosado a su muro norte existe una capilla de pequeñas dimensiones de una sola nave de dos tramos y cabecera semicircular precedida de un tramo recto. Consta de cinco tramos uno central y dos en cada uno de los brazos. En el lado norte la cubierta está formada por dos bóvedas de crucería cuatripartitas con nervios de bocel liso que corresponde al edificio del siglo XIII. Los dos tramos del brazo sur se cubren con bóveda de crucería estrellada, del siglo XVI con la clave central que contiene el escudo de la congregación de Castilla. El tramo central se cubre así mismo con bóveda de crucería estrellada de la misma época. En el brazo norte del crucero se localiza el acceso a la torre del campanario.

La nave central de gran altura se cubre así mismo de bóveda de crucería estrellada, no conservándose las naves laterales de este tramo que fueron tapiadas.

Después de pasar por el hotel, decidimos ir a tomar algo a Ribadavia, a la animada plaza de ayer...

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