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Galicia día 7: Islas Cíes


El Hotel Spa Bienestar Moaña es un hotel de 4 estrellas bastante confortable. Tiene un buen restaurante, que no pudimos probar porque no abre los domingos, y un spa, que tampoco pudimos probar porque los domingos cierra pronto. El desayuno tipo buffet es pelín flojillo... Haber hay de todo, pero muy industrial.

Lo bueno es que está muy cerca de Cangas, que es donde tenemos que coger el barco.

Islas Cíes pertenece al Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia y es un espacio muy protegido. Para poder visitarlas hay que obtener un permiso de la Xunta, que controla así la cantidad de gente que accede cada día. Sólo con el permiso conseguido es posible adquirir los billetes del barco. Conviene `por tanto tener hecha esta parte previamente. Tanto el permiso como los billetes se compran por internet.

Aparcar en Cangas tiene mérito. Pese a las muchas zonas de aparcamiento público disponibles, plazas libres hay pocas y nos toca dejar el coche algo lejos. Damos una paseito por la población y nos tomamos otro café para hacer tiempo. Nos han puesto un café gigante superbueno y de regalo, nos han dado una magdalena. Casi mejor que en el hotel...

La travesía dura como una hora, pero incluye atravesar la ría y parar en Vigo antes de ir a Cíes.

El barco va bastante lleno, entre turistas y propios, que van a disfrutar de un día de playa. El embarcadero está a la altura de la Playa de Rodas, entre la Isla de Monteagudo y la de Faro. Hay cuatro rutas bien señalizadas para recorrer la isla. Optamos por la más popular, que recorre la Isla de Faro y termina subiendo al Monte Faro. El recorrido es muy agradable, primero por el Lago y la Playa de Rodas, después atravesando el camping y finalmente ascendiendo hasta el monte. Está como la Gran Vía en hora punta, entre los que van, los que vienen, los que descansan...

Gran parte es a través de bosque de altos árboles, pero a medida que se asciende sólo hay matorral. Lo último son las rampas que llegan al faro, en cuyas rocas hay montones de gaviotas con sus crías.

Total, al final el personal llega con la lengua fuera y se tira literalmente donde puede, a tomar el fresco y contemplar loa acantilados y las gaviotas. Las vistas sobre la Isla de San Martiño, la desembocadura de la ría y el océano son impresionantes.

Hemos preparado un buen pic-nic para comer bajo los árboles, donde se está bastante fresquito.

Pasamos la tarde en la concurrida Playa de Nosa Señora, donde el agua está gélida pero no por ello faltan atrevidos...

Antes de embarcar nos tomamos un heladito en la terraza del restaurante del embarcadero.

El viaje de vuelta es más rápido, porque el barco nos lleva directamente a Cangas.

Aunque parezca rara nuestra ruta, volvemos hacia la zona de Ribeiro... Unos ciertos ajustes con las fechas de las vacaciones nos han obligado a este absurdo ir y venir...

Nuestro hotel para esta noche es el Pazo de Esposende, preciosamente rehabilitado, muy tranquilo y agradable.

Como estamos cerca de Ribadavia, nos acercamos a cenar a su agradable plaza... Madre mía, como nos hemos puesto de tortilla...

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