La verdad es que este viaje ha terminado caracterizándose por los vertiginosos cambios de planes sobre la marcha...
La dueña del Pazo de Esposende, a parte de muy simpática, es una gran cocinera y anfitriona, lo que nos ha proporcionado un abundante y variado desayuno, incluyendo un pastel de miel y yogur elaborado por ella misma.
Nuestro plan original contempla la visita a varias iglesias románicas de la Ribeira Sacra, asumiendo que van a estar en su mayoría cerradas y que sólo las podremos visitar por fuera...
Nuestro primer destino es Santo Estevo de Ribas do Miño. El propio paraje y el acceso ya son espectaculares. La iglesia está literalmente empotrada en una ladera, lo que obligó a sus constructores a adecuar el terreno, rebajando la ladera y construyendo una cripta sobre la que elevar la iglesia. Como era de esperar, la iglesia está cerrada.
Para nuestra sorpresa y escrito a mano sobre el cartel turístico de la entrada, se menciona la posibilidad de visitarla contactando con la organización maisqueromanico.org. En su web informan sobre varias posibles rutas, según el día de la semana. Confirmamos por teléfono el funcionamiento de las rutas y reorganizamos todas las visitas para poder adaptarnos a la única ruta a la que nos vamos a poder unir. La ruta en cuestión incluye esta iglesia y San Paio de Diomondi, nuestra siguiente parada. Así que las comentaremos mañana, dentro de la ruta.
La Iglesia de San Martiño da Cova fue monasterio de canónigos regulares de San Agustín, entre el S.XIII y S.XIV, aparece como priorato dependiente de la catedral del Lugo y posteriormente iglesia parroquial después de subastarse sus bienes con la Desamortización de Mendizábal.
En la fachada principal se abre una puerta con arco de medio punto con arquivoltas sobre tres partes de columnas acodilladas y rosetas cuadrifolias en el exterior. Los capiteles se decoran con motivos vegetales y entrelazos. El tímpano liso se apoya en mochetas con decoración geométrica. Sobre la puerta sencilla saetera. La fachada se remata con una espadaña románica, con dos vanos semicirculares que albergan sendas campanas, en la parte superior destaca otro vano más pequeño.
El muro norte se recorre con una imposta lisa a media altura con una puerta de tímpano liso, con mochetas lisas y dos saeteras. El tejaroz está sostenido por canecillos lisos o con decoración geométrica. En el muro sur la organización es similar, la puerta actualmente está tapiada y posee la sacristía adosada. El ábside se divide en tres tramos con semicolumnas.
La cubierta de la nave única se resuelve en madera con un techo a dos aguas, y ábside con bóveda de cañón apuntado y cascarón. Remarcado por un arco triunfal apuntado y doblado que se apoya en semicolumnas adosadas con capiteles de ornamentación vegetal.
La iglesia está muy próxima a la Playa Fluvial da Coba, salvando el hecho de que la iglesia está en todo lo alto y la playa al fondo del todo... Y la bajada es espectacular: menudas curvas y menudas rampas... Eso si, bien merece la pena !!
La zona es fresca, es bonita, es tranquila... y tiene un restaurante muy aparente para comer. Tienen terraza y un comedor fresquito. Como en casi todos los sitios de por aqui ofrecen un menú del día a buen precio con unas raciones que permiten alimentarte para varios días. Hemos probado el porco celta...
Después de comer, nada mejor que pasar la tarde al borde del río, bajo los árboles, sin prisa...
De vuelta nos acercamos al Mirador de Cabo del Mundo... La verdad... decepcionante. Para empezar hay que dejar el coche literalmente tirado al borde de la carretera. El camino andando no es muy largo. Pero como la vegetación está muy crecida, las vistas son más bien escasas...
Hoy nuestro camino nos lleva al Caserío de Fontes. Sin duda y en todos los sentidos, el mejor alojamiento del viaje. Se trata de una típica casa de aldea encantadoramente restaurada, en medio de una enorme finca, con su propia piscina, frutales, huerta... Incluye un bar, que hace las veces de salón de desayuno, recepción, sala de juegos y tele... Pero sin duda, gran parte del éxito es debido a su entrañable propietaria. Diana estuvo siempre pendiente de todo, y con su contagiosa alegría nos hizo pasar unos días estupendos.