No se puede pasar por Sevilla sin hacer las visitas de obligado cumplimiento, a saber, sin visitar los Reales Alcázares, la Catedral y la Giralda. Muy de turista, si, pero imprescindible.
Sevilla es una ciudad con una larga historia a sus espaldas. Fundada en el s.VIII aC por los tartesos, fue destruida por los cartagineses y colonizada por los romanaos, conquistada por los vándalos y ocupada por los árabes, que hicieron de ella una de las más grandes y hermosas de su época. Reconquistada por Fernando III, fuen años después cuando tras el descubrimiento de América se convirtió en el paso imprescindible de mercancías y personas entre ambos mundos. En ella florecen todas la artes. Fue destino de grandes viajeros del s.XIX. Hoy día es la capital de la Comunidad Andaluza.
Visitar Sevilla en poco tiempo es complicado y hay que seleccionar, porque todo, todo es imposible...
Nuestro día empieza... desayunando. Al parecer, el desayuno es otro de los grandes momentos del día en Sevilla, y en ello se esfuerzan los numerosos locales con una amplia y variada oferta, donde no faltan las barritas de pan tostado, los molletes y una amplia gama de panes de masa madre.A solas, con jamón y con casi todo lo imaginable.
Hoy desayunamos en La crème de la crème que está en la Plaza de la Encarnacion. Un café exquisito, un buen zumo de naranja y unas tostadas de pan de espelta con aceite y tomate rallado. Un local encantador, con un servicio muy amable. Esto empieza bien...
Primer destino: los Reales Alcázares.
A medida que nos acercamos, se nota que cada vez hay más turistas. No llega a haber cola... pero hay muchos, muchos...
Los Reales Alcázares son Patrimonio de la Humanidad, y se componen de diversos edificios de diferentes épocas. La fortificación original se edificó sobre un antiguo asentamiento romano y más tarde visigodo. Posteriormente pasó a ser una basílica paleocristiana y empieza a tomar su aspecto actual tras la toma de la ciudad por los árabes en el año 713. Del palacio almohade quedan pocos restos, ya que tras la Reconquista de la ciudad, en 1248, los monarcas cristianos realizaron numerosas trasformaciones. Alfonso X el Sabio hizo las primeras reformas creando tres grandes salones góticos. Posteriormente Pedro I decidió construir el maravilloso Palacio Mudéjar.
La visita es libre y permite recorrer numerosas estancias. El acceso es a través del Patio del Leon, desde el que se accede por un lateral al Palacio del Yeso.
El Patio del Yeso es el espacio más significativo conservado del alcázar almohade. Tiene una planta rectangular, con una alberca central y un pórtico en el lado sur. En él se pueden ver siete arcos polilobulados; el central es de mayor tamaño, y a ambos lados, otros tres arcos más pequeños configuran un esquema tripartito. Sobre los arcos laterales hay un paramento calado con decoración de sebqa, mientras que encima del arco central se puede ver una decoración a base de curvas entrelazadas. Atravesando este arco se llega a un doble vano compuesto por arcos de herradura apoyados en una columna central, sobre los cuales hay dos pequeñas ventanas con celosías.
La Sala de la Justicia o de los Consejos fue mandada construir por Alfonso XI sobre el mexuar del palacio almohade. Tiene una planta cuadrada cubierta con una armadura mudéjar de madera, y en sus paredes se pueden ver yeserías con decoraciones vegetales y escudos.
Hay que volver al Patio de los Leones, para entrar en el Patio de la Montería, centro neurálgico del palacio mudejar.
Nos dirigimos a la derecha, para visitar las Casas de la Contratación y del Asistente.
La Casa de Contratación fue la segunda sede de esta institución creada por los Reyes Católicos para controlar el comercio con América, cuando la primera, situada en las Atarazanas Reales se quedó pequeña. Se visitan el Cuarto del Almirante y la Capilla de la Virgen de los Navegantes.
La Casa del Asistente fue construida en el s.XVIII para el Don Pedro de Olavide. Se organiza alrededor de dos patios, el del Asistente y el de Levíes.
En el piso superior se visitan varias salas que constituyen el Cuarto Real Alto, pero por cuestiones de conservación el acceso está limitado a pocas personas al día. Y han vendido todas las entradas por internet...
Desde el Patio de la Montería, de frente, se accede al espectacular Palacio Mudejar.
Fue construido por Pedro I, como residencia privada, manteniendose el Palacio Gótico de Alfonso X como edificio público (este se visita después....).
Al palacio se entra a través de la monumental fachada de Pedro I, que da acceso a un vestibulo que se rodea para acceder al Patio de las Doncellas. Es un soberbio patio rectangular rodeado de un pórtico perimetral con arcos polilobulados apeados sobre dobles columnas y un jardín rehundido que se divide en dos por medio de una alberca longitudinal, que remata en forma de T.
Alrededor del patio se abren las estancias principales del palacio: la Alcoba Real, el Salón de Embajadores, el Patio de las Muñecas... Todas ellas sorprendentes por su riqueza y complejidad.
Por un lateral se accede al Palacio Gótico, construido por Alfonso X después de la reconquista de la ciudad, que actualmente está en restauración. Sólo podemos visitar los Baños de Doña María de Padilla.
A los Jardines puede accederse desde diversos puntos de la visita. En nuestro caso, llegamos a ellos desde los baños. Están organizados en varios espacios, correspondientes también a los gustos de las distintas épocas. Destacar el Estanque de Mercurio, la Galería del Grutesco, el Pabellón de Carlos V... Algunas zonas no son visitables, por estar en recuperación.
Después de la visita parece buena hora para un segundo desayuno. La cafetería La Canasta, en plena avenida de la Constitución está a esas horas llena de gente, sobre todo turistas. Optamos por un café, que resulta exquisito, y una napolitana de chocolate recién horneada. Ideal para reponer fuerzas y recuperarnos del frío. Hace mucho sol, pero una rasca...
Nuestro siguiente imprescindible es la Catedral, para la que esperamos una cola moderada. La entrada incluye Catedral y Giralda, y a parte visitaremos las cubiertas a primera hora de la tarde. También ofrecen visita guiada a las vidrieras.
La Catedral de Sevilla es un edificio de curiosa interpretación, ya que aunque su aspecto es bastante gótico, su planta no obedece a los estrictos cánones medievales.
Cuando Fernando III reconquistó Sevilla, el emplazamiento de la catedral lo ocupaba la mezquita aljama, que fue inmediatamente transformada en templo cristiano y utilizada tal cual durante años. Al cabo de un tiempo y siendo Sevilla una poderosa ciudad en términos económicos, el cabildo decidió acometer la construcción de un templo más acorde con las necesidades del momento y con los gustos estéticos de la época. Se optó por construir un templo sobre la planta de la aljama, con su misma forma y dimensiones en planta, en lugar de la planta en cruz latina. Por eso es rectangular, aunque se destacó una cruz latina en altura. Otra peculiaridad es que se construyó de pies a cabecera, al contrario de lo habitual, de manera que cuando se llegó a la cabecera el gótico ya no estaba "de moda". El conjunto resulta peculiar, aunque es armónico, luminoso. No en vano es la catedral gótica más grande del mundo y Patrimonio de la Humanidad.
La visita al templo es libre. Destaca la Capilla Real y el Retablo Mayor, también el más grande de la cristiandad. En un lateral está el enterramiento de Cristobal Colón.
Desde el interior del templo se accede a la Giralda, el campanario de la catedral. Se trata del antiguo alminar de la mezquita, al que se le añadió un tercer cuerpo renacentista. La subida es cómoda, ya que no hay escalones sino rampas. Desde arriba hay unas vistas espectaculares de la ciudad.
Cuando bajamos de la Giralda, como es un poco pronto para comer, aprovechamos para visitar la Iglesia Colegiata del Divino Salvador, incluida en la entrada a la catedral. El templo barroco actual se situa sobre lo que antes fue un templo romano y después la mezquita de Ibn Adabbás. La mezquita fue cristianizada y utilizada hasta el s.XVII, cuando su estado ruinoso llevó a la construcción de un primer edificio barroco, que se vino abajo, y posteriormente el actual. De la época árabe queda la base del alminar y un trozo del patio de abluciones.
Es la hora de comer y optamos por una de las sugerencias de Ramón: las terrazas de la plaza de San Andrés. El Bar Santa Marta es otro de esos bares de toda la vida donde, según Ramón, hacen un pollo frito impresionante. La terraza está al sol y se está de muerte. El pollo está totalmente a la altura de las expectativas.
Nuestra visita a las cubiertas de la catedral es a las cuatro, con un bonito sol de tarde sobre los tejados de Sevilla. El guía es bastante exhaustivo y además de contarnos la historia de la catedral, nos explica cómo trabajaban los canteros, escultores, arquitectos... y los restos que de su trabajo han quedado.
Queda tiempo para un paseito al atardecer antes de nuestro último destino de hoy, el spa Las Termas de Híspalis en el barrio de Santa Cruz. Situado en el Hotel Casas de la Judería, el spa recrea unas termas romanas. Es pequeño, de uso semi-privado y, afortunadamente, a esta hora no hay nadie más. Una experiencia relajante.
Para terminar, vamos a cenar a la Alameda de Hércules, sin poder resistirnos a otra de las sugerencias de Ramón. Puede sonar extraño, pero para nosotros un restaurante italiano gestionado por italianos, con recomendación de pizza genuinamente italiana... aunque sea Sevilla... es irresistible.
El Restaurante Al solito posto es, como promete, genuino. Sus pizzas, de masa rica, trabajada a mano, con ingredientes frescos y naturales están buenísimas. Y son gigantes!. El personal es muy amable y profesional. Pese a estar muy, muy lleno, la atención es muy buena.
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